Cerro Baúl es un yacimiento
arqueológico del Perú, que data de la época preincaica y se halla sobre la cima
de una meseta o cerro de acceso difícil. Está ubicado a 12 km al norte de la
ciudad de Moquegua, en medio del valle del río Torata, distrito de Torata,
provincia de Mariscal Nieto, departamento de Moquegua, y a 2.400 msnm. Fue un
enclave o colonia de la cultura Huari en medio de una región bajo influjo
tiahuanacota. Defendida militarmente, servía de centro de explotación de los
recursos naturales de la zona que finalmente eran trasladados a la metrópoli,
Huari. También se han hallado indicios de presencia Estuquiña e incaica. El
cerro en cuya cima aplanada se extienden las ruinas prehispánicas es una
curiosa e imponente formación geológica, que domina el paisaje moqueguano. Su
nombre se debe a que el perímetro de su cima aparece cortado perpendicularmente
y posee un notable parecido con un baúl, mueble que antaño era de uso muy
popular en todo el Perú pero que actualmente solo se mantiene vigente en
algunos sectores de la sierra.
Proyecto Contisuyo
Las exploraciones y estudios
arqueológicos fueron realizados a partir de la década de 1990 en el marco del
llamado Programa Contisuyo, auspiciado por la empresa minera norteamericana
Southern Peru, explotadora de la cercana mina de cobre de Cuajone, y que
involucraba también al Instituto Nacional de Cultura del Perú. Inicialmente, el
proyecto se enfrascó en explorar la región, para descubrir y registrar los
yacimientos arqueológicos, que en total llegaron a más de 500. Luego se
concentró en explorar y estudiar el que es sin duda el más importante de todos
esos sitios: Cerro Baúl. Integraron el proyecto un grupo de investigadores:
Michael Moseley, Robert Feldman, Irene Pritzker. En 1994 se inauguró el Museo
Constisuyo.
Cronología
Parte del recinto de Cerro Baúl
data con seguridad de 500 a 700 de nuestra era (Horizonte Medio), época en que
los huari lo convirtieron en una fortaleza y en una especie de enclave o
colonia situada más allá de la frontera sur de su imperio, en medio de una zona
de neta influencia tiahuanacota. Luego de la retirada huari el lugar fue
ocupado por los aldeanos de los contornos. Probablemente siguió siendo usada
como fuerte y una tradición referida por el Inca Garcilaso de la Vega atribuye
su conquista al inca Mayta Cápac (hacia el siglo XIV).
Descripción
La cima del Cerro Baúl se
encuentra cubierto en su lado sureste por una ciudadela en ruinas de
aproximadamente 8 hectáreas. Allí se extienden una serie de plazas, patios,
corredores y edificios de uno a dos pisos; estos edificios son de planta
rectangular, cuadrangular, circular o en forma de D. En el contorno se
encuentran grandes y profundos pozos que probablemente sirvieron como graneros
o como cisternas para guardar agua. Por todos lados hay grandes batanes o
piedras de amolar, cada una de más de 45 kg, así como pedazos de alfarería
regados por el piso, de puro estilo Tiahuanaco.
Cerro Baúl es una fortaleza
natural, donde se dominan los valles adyacentes. El único camino que existe
hasta la cumbre es empinado y estrecho, y atraviesa por un paso sinuoso entre
los antiguos muros de defensa y las escarpaduras de piedra, desde donde se
podía hacer retroceder fácilmente a las tropas que intentaban asaltarla.
Enclave Huari
Cerro Baúl se halla en el valle
costeño de Moquegua, que tradicionalmente ha estado bajo influjo de los
habitantes del altiplano del Titicaca, quienes acudían para abastecerse de
recursos costeños, como el maíz que se cultivaba en el valle medio. En la época
del Horizonte Medio toda esa región se hallaba bajo el influjo político y
cultural del estado de Tiahuanaco. Fue en ese contexto cuando se produjo la
irrupción de los huari, procedentes de Ayacucho, que tomaron el control de
Cerro Baúl de manera intrusiva y militar, tal como lo demuestra el hallazgo de
numerosas puntas de proyectil y lascas de obsidiana, riolita y cuarcita,
similares a los hallados en la ciudad de Huari. Mientras que su contorno se
hallaba regadas de aldeas de influencia tiahuanacota, muy pobladas. Durante
varios siglos, Cerro Baúl dominó esta frontera entre los imperios de Huari y
Tiahuanaco. Mientras que el imperio Huari ejercía su dominio en la sierra y
costa del actual Perú desde su capital cercana a la actual ciudad de Ayacucho,
Tiahuanaco era un Estado con su centro religioso situado a orillas del Titicaca,
cuyo territorio se extendía desde el sur del Perú hasta el norte de Chile. El
valle de Moquegua, dominado por Cerro Baúl, era el único lugar donde los dos
Estados convivían frente a frente. Este
enclave huari regional enquistado en Cerro Baúl debió servir sobre todo para
explotar los yacimientos mineros de la región, así como para poder abastecerse
de productos agrícolas de interés ceremonial, como el maíz por ejemplo. Los
numerosos batanes (moledoras de piedra) hallados en Cerro Baúl habrían sido utilizados
para preparar alimentos o para moler cobre. Se han encontrado también turquesas
y lapislázulis. Todo ello indicaría que este enclave tenía pues, entre otras
funciones, la de servir para el almacenaje previo y temporal de materiales
antes de ser transportados a la ciudad de Huari
Conquista Incaica
El Inca Garcilaso de la Vega
cuenta que los pobladores de la zona se hicieron fuertes concentrándose en un
lugar para resistir a las tropas del Inca Mayta Cápac, que desde el altiplano
avanzaba incontenible hacia la costa; todo indica que se refiera al Cerro Baúl
como lugar de esa resistencia, por ser el único lugar apropiado de la región
para tal estrategia. Luego de un sitio de 50 días y tras comprobar que el Inca
era benevolente, los defensores se rindieron; al menos así lo relata Garcilaso:
Llegaron [las tropas de Mayta Cápac] a una provincia llamada Cuchuna, de
población suelta y derramada, aunque de mucha gente. Los naturales, con la
nueva del nuevo ejército, hicieron un fuerte, donde se metieron con sus mujeres
e hijos. Los Incas los cercaron y, por guardar el orden de su Rey, no quisieron
combatir el fuerte, que era harto flaco; ofreciéronles los partidos de paz y
amistad. Los enemigos no quisieron recibir ninguno. En esta porfía estuvieron
los unos y los otros más de cincuenta días, en los cuales se ofrecieron muchas
ocasiones en que los Incas pudieran hacer mucho daño a los contrarios, mas por
guardar su antigua costumbre y el orden particular del Inca, no quisieron
pelear con ellos más de apretarles con el cerco. Por otra parte les apretaba la
hambre, enemiga cruel de gente cercada, y fue grande a causa que por la
repentina venida de los Incas no habían hecho bastante provisión ni entendieron
que porfiaran tanto en el cerco, sino que se fueran, viéndolos pertinaces. La
gente mayor, hombres y mujeres, sufrían la hambre con buen ánimo, mas los
muchachos y niños, no pudiendo sufrirla, se iban por los campos a buscar yerbas
y muchos se iban a los enemigos, y los padres lo consentían por no verlos morir
delante de sí. Los Incas los recogían y les daban de comer y algo que llevasen
a sus padres, y con la poca comida les enviaban los partidos acostumbrados de
paz y amistad. Todo lo cual visto por los contrarios y que no esperaban
socorro, acordaron entregarse sin partido alguno, pareciéndoles que los que
habían sido tan clementes y piadosos cuando ellos eran rebeldes y contrarios,
lo serían mucho más cuando los viesen rendidos y humillados: así se rindieron a
la voluntad de los Incas, los cuales los recibieron con afabilidad, sin mostrar
enojo ni reprenderles de la pertinacia pasada; antes les hicieron amistad y les
dieron de comer y les desengañaron, diciéndoles que el Inca, hijo del Sol, no
procuraba ganar tierras para tiranizarlas, sino para hacer bien a moradores,
como se lo mandaba su padre el Sol; y para que lo viesen por experiencia,
dieron ropa de vestir y otras dádivas a los principales, diciéndoles que el
Inca les hacía aquellas mercedes; a la gente común dieron bastimento para que
fuesen a sus casas, con que todos quedaron muy contentos. Los arqueólogos han
encontrado vestigios que indicarían que la fortaleza fue abandonada
definitivamente luego de un incendio. Se especula si este siniestro fue el que
puso fin a la resistencia de sus habitantes, por lo que Cerro Baúl sería una
especie de Masada americana, en alusión al último reducto de resistencia de los
judíos durante la primera revuelta contra Roma de los años 66 al 73 de nuestra
era.
Centro de peregrinación
En época actual, Cerro Baúl es un
lugar de culto a donde acuden pobladores moqueguanos de origen altiplánico que
realizan pagapus o ceremonias de invocación a las divinidades andinas, con
coca, velas y aguardiente. A dichas deidades se les hace pedidos de tipo
material, por ejemplo, la obtención de una casa, cuya réplica en miniatura hace
el individuo en el mismo lugar.
Los libros de historia chilenos mencionan que en 1881, había un ferrocarri entre Ilo y Alto de Moquegua ... entonces la ciudad fue ocupada y se combatió duramente en un "Cerro Angeles" ... es acaso ese cerro el actual "Cerro Baul" mostrado en las hermosas fotografías regionals y que se alza en las espaldas de la ciudad … soy un professor de geopolítica chileno y necesito una respuesta seria … gracias por la respuesta.
ResponderEliminarCarrasco